Con la poda damos forma a la cepa: para poder trabajar cómodamente y para que las uvas maduren acariciadas por el sol y el viento. También sirve para regular la producción: en Cava Guilera estamos amparados por la D.O. Cava y nuestros viñedos están destinados a producir cavas de Guarda Superior. Los cavas de Guarda Superior [Reserva, Gran Reserva y Paraje Calificado] expresan la calidad máxima del cava y la producción está limitada a 10.000 kg/Ha.
La pluviometría del 2020 ha sido generosa, el viñedo dispone de buenas reservas de agua y el frío del invierno es bueno para el reposo del viñedo. El clima cada año es diferente, lo que ya nos gusta, pues esta singularidad es quien marca el carácter de nuestros cavas de crianza. No olvidemos que en Cava Guilera nunca regamos los viñedos, que son de secano y por lo tanto 100% sostenibles. La naturaleza marca el clima, y también, las diferencias y matices de cada añada.
Después de la poda trincharemos los sarmientos y los utilitzaremos como abono para la tierra. Después araremos, para airear la tierra, y ya dejaremos el viñedo preparado para que empiece el nuevo ciclo vegetativo. El nuevo ciclo comenzará a mediados de marzo, con el llanto del viñedo. El llanto del viñedo nos indica que la cepa ha despertado de la letargia invernal: la saba empieza a fluir otra vez y llora a través de las heridas causadas por la poda. Es un momento extraodinario.
Estos días estamos podando un viñedo viejo de xarel·lo de más de 70 años. Podar un viñedo con tanta historia es un placer: cepas grandes, retorcidas y con mucha personalidad. Han visto pasar sequías, granizadas, mildiu… pero siguen ahí, impasibles. Son menos productivas pero de gran calidad y debemos conservarlas. Han sido plantadas por nuestros abuelos y son la historia y la vida de diferentes generaciones. Es bueno conectar la juventud con la vejez.